DOBLE
FEMICIDIO EN LINCOLN: TODAS LAS MUJERES AMENAZADAS DE MUERTE.
¿NOS ORGANIZAMOS PARA DEFENDERNOS O ESPERAMOS
LA PRÓXIMA?
Nuevamente
Lincoln, nuevamente femicidios, nuevamente el hombre la mata al poco tiempo de
la separación.
Van a
sobrar y ya están sobrando expresiones escandalizadas de horror por el doble homicidio. Y expresiones sensibleras
aunque presuntamente bienintencionadas sobre la “madre” y la niña “inocente”
que fueron ultimadas. Dejando implícito que el valor de la mujer es que es
madre y de la niña que es inocente, con lo que ya deja de ser inocuo el
comentario. Porque la realidad dice que las mataron por ser mujeres y por no
obedecer y no permanecer bajo el poder del macho. El ataque se produce a 2 meses de la separación. De manera similar
al de Cuello poco tiempo atrás y a la mayoría de los casos de femicidios.
Hasta acá
el hecho puntual, para el que ya sobran los inútiles por tardíos análisis
posteriores.
¿No sería
hora de mirar qué sociedad está produciendo estos crímenes y de esta manera
modificar las causas de la violencia que sufrimos las mujeres? ¿O todavía son
capaces de sostener que éste hecho es un hecho aislado producido por un
monstruo/ loco que comete un crimen pasional? Mientras se siga tratando cada caso
como un hecho aislado y cuando ya está consumado, no hay solución posible.
Seguiremos yendo detrás del carro.
Por eso,
nuestro pequeño aporte pretende analizar, sacar conclusiones, debatir,
pensarnos juntes si es que sinceramente estos hechos nos duelen y queremos
exterminarlos.
Los
femicidios, como toda la violencia de género, ocurren en sociedades diversas
pero tienen mayor frecuencia en las sociedades donde se preservan valores
tradicionales sobre la familia, el rol de la mujer y la naturaleza de las
relaciones.
En estas
sociedades los femicidios se producen casi siempre en el momento inmediato o
mediato en que la mujer dice basta y pone fin a la relación. Algunos varones no
soportan sentirse abandonados porque
ello implica una enorme mella en su autoestima y el temor a la desvalorización
social que los formó para ser triunfadores y propietarios (aunque más no sea de
mujer e hijos). Frente a la mujer independiente algunos son capaces de tomar
medidas extremas (como los femicidas). Pero éstos emergentes benefician al
conjunto de los varones que se ven respaldados en su posición dominante por la
amenaza (¿implícita?) que éstos hechos
constituyen para la liberación de las mujeres.
Mientras el resto de los varones no asuman una postura activa de
igualdad con las mujeres y de renuncia a sus privilegios de género se
convierten (aunque sea inconscientemente) en beneficiarios de los femicidas. El
femicidio es el método más brutal de control sexual. Sobre todas las mujeres
pesa la amenaza de muerte si se quieren
liberar. Eso es lo que no se dice, así
funcionan las sociedades patriarcales, desiguales, jerárquicas. La clase
oprimida sabe que si intenta liberarse pone en peligro su vida, por eso se
mantienen obedientes. Mientras no se
cuestionen esas desigualdades de nada sirve llorar otro femicidio.
Para
ilustrar nuestra posición citamos un caso real paradigmático que muestra desde
donde viene el problema: una mujer embarazada de una niña se encuentra con un
hombre que está esperando un niño. Comentario del hombre a la mujer: “cuando el
mío te la agarre te la va a destrozar toda”. Dicho, por supuesto, en tono de
chiste. ¿Qué les parece? Lo que se espera será una niña ya está sufriendo
violencia. Lo que se espera será un niño ya está siendo performado como violador,
asesino o mínimamente agresor. Probablemente ésta acotación nuestra será
vista como exagerada, se nos aclarará: no es más que un chiste. Pero no es así, el chiste suele esconder
otras cosas, como agresiones por
ejemplo, con el agravante de inhibir la respuesta a dicha agresión porque el agresor se escuda
en el supuesto humor. Aclaramos nuevamente que el “chiste” es real. Ahora bien, que reacción se espera de la
madre? Que se ría. Si responde con algún comentario defensivo se la acusará de
resentida, amargada, falta de humor, malco… violenta. Y acá llegamos a otro punto, que en las
sociedades jerárquicas como la nuestra se condena la reacción violenta del que
se supone que debe permanecer subordinado, pero contento. Y la sociedad avala o
tolera las agresiones de varones hacia mujeres, de adultxs hacia niñxs y de ricxs
hacia pobres. Así, mientras se puede
permanecer al margen, nadie habla de la violencia que se sufre de manera
cotidiana por ser mujer, niñx o pobre y
al contrario se condenan la sublevación de las mujeres, de lxs niñxs y de lxs
pobres. Porque las jerarquías están
avaladas socialmente y son impuestas por las clases dominantes a través de la
persuasión primeramente pero con la amenaza latente del uso de la fuerza en caso
de insubordinación. ¿Es esto muy distinto a la lógica del femicidio?
Por eso el
desafío es vernos a nosotrxs mismxs como reproductorxs de valores que, por lo
menos, no evitan estos crímenes. Debemos cuestionarnos privilegios y
subordinaciones y atrevernos a generar cambios individuales y colectivos. Sólo un movimiento de mujeres fuerte y
organizado puede generar esos cambios y solo la permanencia de la lucha podrá
mantener las conquistas. Si mantenemos
el aislamiento y la pasividad la situación no se revertirá. El Estado por sí
solo no generará las condiciones de equidad. Por eso convocamos a las mujeres a
unirnos y defendernos.
Cuando se
conoció por los medios el doble femicidio de Lincoln, que vuelve a ser noticia
por la violencia de género, se informó también que el agresor tenía dos
denuncias de parejas anteriores. Tal vez eso las salvó a ellas y tal vez la
falta de denuncia condenó a la víctima. Durante el 2012 de los 48 femicidios
que hubo en Argentina sólo 8 de las mujeres habían hecho denuncia por violencia
de género. La enorme mayoría no
denuncia, sin atender a que la denuncia
y las medidas que se toman a partir de ella pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte. En
nuestra ciudad, en los últimos meses no se han comunicado denuncias de éste
tipo ¿Alguien puede pensar que es porque no la hay? Por el contrario, la sigue
habiendo; la falta de denuncias sólo se
puede deber a una falta de prevención por parte del Estado. O bien, son
invitadas o persuadidas de desistir de ésta práctica por parte de las fuerzas
policiales o judiciales, o bien, la falta de políticas de contención de las
víctimas las hace desistir al evaluar
los riesgos que corren denunciando y debiendo volver a convivir al poco tiempo,
ya que la permanencia en el refugio es por
7 días hasta que se declara la exclusión temporaria del hogar al agresor.
Vencidos estos plazos la mujer se suele volver a encontrar con su victimario en peores
condiciones que antes.
Cuando una
mujer decide terminar una relación de sometimiento e iniciar una nueva vida
entra en zona de riesgo y es deber del Estado proteger su integridad.
Por estos
motivos es absolutamente necesaria la declaración de emergencia nacional en
violencia de género, que se les garantice a las víctimas vivienda e ingreso que
les permitan mantener la decisión de denunciar al agresor y salir de la
situación de violencia de manera definitiva. Estas medidas deben ir acompañadas
de campañas de educación a la población para abolir los modelos de
dominación-subordinación por cuestiones sexuales. Campañas de formación para
todos los agentes estatales que les permitan comprender la problemática y
actuar en consecuencia, apoyando y no obstaculizando la tímida decisión de las
mujeres a salir de la situación de violencia, dado que por el estado de
sometimiento y atosigamiento en el que se encuentran su voluntad se suele
encontrar debilitada.
Todo esto
si verdaderamente se tiene la intención de terminar con la dominación, y si no,
no seamos hipócritas lamentando muertes que nuestra desidia permite.
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