viernes, 4 de enero de 2013



DOBLE FEMICIDIO EN LINCOLN: TODAS LAS MUJERES AMENAZADAS DE MUERTE.
 ¿NOS ORGANIZAMOS PARA DEFENDERNOS O ESPERAMOS LA PRÓXIMA?
Nuevamente Lincoln, nuevamente femicidios, nuevamente el hombre la mata al poco tiempo de la separación.
Van a sobrar y ya están sobrando expresiones escandalizadas de horror por  el doble homicidio. Y expresiones sensibleras aunque presuntamente bienintencionadas sobre la “madre” y la niña “inocente” que fueron ultimadas. Dejando implícito que el valor de la mujer es que es madre y de la niña que es inocente, con lo que ya deja de ser inocuo el comentario. Porque la realidad dice que las mataron por ser mujeres y por no obedecer y no permanecer bajo el poder del macho. El ataque se produce a  2 meses de la separación. De manera similar al de Cuello poco tiempo atrás y a la mayoría de los casos de femicidios.
Hasta acá el hecho puntual, para el que ya sobran los inútiles por tardíos análisis posteriores.
¿No sería hora de mirar qué sociedad está produciendo estos crímenes y de esta manera modificar las causas de la violencia que sufrimos las mujeres? ¿O todavía son capaces de sostener que éste hecho es un hecho aislado producido por un monstruo/ loco que comete un crimen pasional? Mientras se siga tratando cada caso como un hecho aislado y cuando ya está consumado, no hay solución posible. Seguiremos yendo detrás del carro.
Por eso, nuestro pequeño aporte pretende analizar, sacar conclusiones, debatir, pensarnos juntes si es que sinceramente estos hechos nos duelen y queremos exterminarlos.
Los femicidios, como toda la violencia de género, ocurren en sociedades diversas pero tienen mayor frecuencia en las sociedades donde se preservan valores tradicionales sobre la familia, el rol de la mujer y la naturaleza de las relaciones.
En estas sociedades los femicidios se producen casi siempre en el momento inmediato o mediato en que la mujer dice basta y pone fin a la relación. Algunos varones no soportan sentirse abandonados  porque ello implica una enorme mella en su autoestima y el temor a la desvalorización social que los formó para ser triunfadores y propietarios (aunque más no sea de mujer e hijos). Frente a la mujer independiente algunos son capaces de tomar medidas extremas (como los femicidas). Pero éstos emergentes benefician al conjunto de los varones que se ven respaldados en su posición dominante por la amenaza  (¿implícita?) que éstos hechos constituyen para la liberación de las mujeres.  Mientras el resto de los varones no asuman una postura activa de igualdad con las mujeres y de renuncia a sus privilegios de género se convierten (aunque sea inconscientemente) en beneficiarios de los femicidas. El femicidio es el método más brutal de control sexual. Sobre todas las mujeres pesa la amenaza de muerte si  se quieren liberar.  Eso es lo que no se dice, así funcionan las sociedades patriarcales, desiguales, jerárquicas. La clase oprimida sabe que si intenta liberarse pone en peligro su vida, por eso se mantienen obedientes.  Mientras no se cuestionen esas desigualdades de nada sirve llorar otro femicidio.
Para ilustrar nuestra posición citamos un caso real paradigmático que muestra desde donde viene el problema: una mujer embarazada de una niña se encuentra con un hombre que está esperando un niño. Comentario del hombre a la mujer: “cuando el mío te la agarre te la va a destrozar toda”. Dicho, por supuesto, en tono de chiste. ¿Qué les parece? Lo que se espera será una niña ya está sufriendo violencia. Lo que se espera será un niño  ya está siendo performado como violador, asesino o mínimamente agresor.  Probablemente ésta acotación nuestra será vista como exagerada, se nos aclarará: no es más que un chiste.  Pero no es así, el chiste suele esconder otras cosas, como agresiones  por ejemplo, con el agravante de inhibir la respuesta  a dicha agresión porque el agresor se escuda en el supuesto humor. Aclaramos nuevamente que el “chiste” es real.  Ahora bien, que reacción se espera de la madre? Que se ría. Si responde con algún comentario defensivo se la acusará de resentida, amargada, falta de humor, malco… violenta.  Y acá llegamos a otro punto, que en las sociedades jerárquicas como la nuestra se condena la reacción violenta del que se supone que debe permanecer subordinado, pero contento. Y la sociedad avala o tolera las agresiones de varones hacia mujeres, de adultxs hacia niñxs y de ricxs hacia pobres.  Así, mientras se puede permanecer al margen, nadie habla de la violencia que se sufre de manera cotidiana por ser  mujer, niñx o pobre y al contrario se condenan la sublevación de las mujeres, de lxs niñxs y de lxs pobres.  Porque las jerarquías están avaladas socialmente y son impuestas por las clases dominantes a través de la persuasión primeramente pero con la amenaza latente del uso de la fuerza en caso de insubordinación. ¿Es esto muy distinto a la lógica del femicidio?
Por eso el desafío es vernos a nosotrxs mismxs como reproductorxs de valores que, por lo menos, no evitan estos crímenes. Debemos cuestionarnos privilegios y subordinaciones y atrevernos a generar cambios individuales y colectivos.  Sólo un movimiento de mujeres fuerte y organizado puede generar esos cambios y solo la permanencia de la lucha podrá mantener las conquistas.  Si mantenemos el aislamiento y la pasividad la situación no se revertirá. El Estado por sí solo no generará las condiciones de equidad. Por eso convocamos a las mujeres a unirnos y defendernos.
Cuando se conoció por los medios el doble femicidio de Lincoln, que vuelve a ser noticia por la violencia de género, se informó también que el agresor tenía dos denuncias de parejas anteriores. Tal vez eso las salvó a ellas y tal vez la falta de denuncia condenó a la víctima. Durante el 2012 de los 48 femicidios que hubo en Argentina sólo 8 de las mujeres habían hecho denuncia por violencia de género.  La enorme mayoría no denuncia, sin atender a que la denuncia  y las medidas que se toman a partir de ella pueden ser  la diferencia entre la vida y la muerte. En nuestra ciudad, en los últimos meses no se han comunicado denuncias de éste tipo ¿Alguien puede pensar que es porque no la hay? Por el contrario, la sigue habiendo;  la falta de denuncias sólo se puede deber a una falta de prevención por parte del Estado. O bien, son invitadas o persuadidas de desistir de ésta práctica por parte de las fuerzas policiales o judiciales, o bien, la falta de políticas de contención de las víctimas las hace desistir  al evaluar los riesgos que corren denunciando y debiendo volver a convivir al poco tiempo, ya que la permanencia en el refugio es por  7 días hasta que se declara la exclusión temporaria del hogar al agresor. Vencidos estos plazos la mujer se suele volver  a encontrar con su victimario en peores condiciones que antes.
Cuando una mujer decide terminar una relación de sometimiento e iniciar una nueva vida entra en zona de riesgo y es deber del Estado proteger su integridad.
Por estos motivos es absolutamente necesaria la declaración de emergencia nacional en violencia de género, que se les garantice a las víctimas vivienda e ingreso que les permitan mantener la decisión de denunciar al agresor y salir de la situación de violencia de manera definitiva. Estas medidas deben ir acompañadas de campañas de educación a la población para abolir los modelos de dominación-subordinación por cuestiones sexuales. Campañas de formación para todos los agentes estatales que les permitan comprender la problemática y actuar en consecuencia, apoyando y no obstaculizando la tímida decisión de las mujeres a salir de la situación de violencia, dado que por el estado de sometimiento y atosigamiento en el que se encuentran su voluntad se suele encontrar debilitada.
Todo esto si verdaderamente se tiene la intención de terminar con la dominación, y si no, no seamos hipócritas lamentando muertes que nuestra desidia permite.

               

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